¿Es caro un vehículo eléctrico? Comparado con que…

Elementos clave de un motor electrico
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¿Es caro un vehículo eléctrico? Comparado con que…

Esta es la gran pregunta que todos los consumidores que estén valorando la adquisición de un vehículo se están haciendo.

Cuál serían las razones que hacen inclinar la balanza hacia las diferentes tecnologías de propulsión que el mercado ofrece.

Hemos de sentirnos, los consumidores, agradecidos a que disponemos de una amplia oferta por parte de los fabricantes, ya no sólo en modelos, variantes, colores, y diferentes segmentos que cubren nuestras necesidades, sino también de diferentes tecnologías de motorización diesel, gasolina, híbridos recargables-enchufables, GLP, eléctricos, microhíbridos, pila de hidrógeno, etc etc.

Pero este “aluvión” de oferta tiene el aspecto negativo de hacer muy complicada la elección adecuada que nos permita estar plenamente satisfecho con el vehículo seleccionado.

Con estas reflexiones, REDEX Servicios Estratégicos  intenta aportar un criterio objetivo a los distintos componentes y elementos que permiten realizar la decisión de compra más acertada y que cubra las necesidades de los consumidores, ya sean empresas y/o particulares.

2020 estaba llamado a ser el año del coche eléctrico. Llevamos años viendo a instituciones y fabricantes de coches hacer sus promesas con el año 2020 siempre en el horizonte. El año 2020 ha llegado y esta es la realidad que nos estamos encontrando.

Que el año 2020 estuviera marcado en el calendario por los fabricantes de coches no es casualidad. Todo comienza por la normativa de los 95 g/km de CO2. A partir de este mismo año, la media de emisiones de CO2 de los modelos vendidos por un mismo fabricante no podrá superar los 95 g/km, con algunas excepciones que irán desapareciendo progresivamente hasta 2023. Si ese límite de emisiones es superado por alguna marca, se enfrentará a multas millonarias por parte de la Unión Europea.

2020 es también el año en el que se tienen que cumplir el paquete de medidas sobre clima y energía de la Unión Europea:

– 20% de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (en

  relación con los niveles de 1990)

– 20% de energías renovables sobre el consumo de energía primaria.

– 20% de mejora de la eficiencia energética.

Siendo la movilidad eléctrica es clave para el cumplimiento de estos objetivos.

Tanto las instituciones públicas como los fabricantes de automóviles siempre han sido optimistas a la hora de hacer previsiones de ventas de coches eléctricos.

Previsiones que no se cumplen por diferentes factores y que actualmente se cifran en un parque de coches eléctricos de más de 60.000 en nuestras carreteras.

Respecto a la previsión a 2030, las instituciones indican que en España habrá 5 millones de coches eléctricos en circulación, mientras que la patronal de fabricantes los cifra en 2,5 millones.

En el horizonte queda el año 2040 cuando las previsiones son que apenas se venderán coches de combustión.

Prácticamente la totalidad de los fabricantes de vehículos tienen coches eléctricos entre su gama y cada vez más, están presentando sus nuevas propuestas de esta tecnología de propulsión.

Apuestas ambiciosas en cuanto a desarrollo de mejoras en las prestaciones (autonomía) de sus baterías y calidad de construcción, y ese es el primer paso para que aumenten las ventas. Primer paso para ser una alternativa a las motorizaciones de combustión interna.

Pero aumentar prestaciones y variedad de modelos, no ha sido algo complicado para los fabricantes. Lo complicado es ofrecerlos a un precio competitivo.

El precio de adquisición sigue siendo alto comparado con sus “homónimos” de combustión.

Aunque cada vez van apareciendo modelos más asequibles, todavía hay un recorrido hasta conseguir la equiparación a nivel de precio con los vehículos de combustión.

Las ayudas públicas, los planes del gobierno para la renovación del parque y promocionar los vehículos emisiones cero, aportarán aún mayor atractivo a los vehículos eléctricos.

En cualquier caso, si hablamos exclusivamente del precio de compra de un vehículo eléctrico, todavía existe un sobreprecio notable respecto a los de combustión.

Muy diferente es hacer los cálculos teniendo en cuenta todos los costes de movilidad (TCM) durante la vida útil del vehículo.

Los números comienzan a salir.

Esta comparativa de TCM (Coste Total de Movilidad), indica claramente  que la ventaja competitiva de los vehículos eléctricos es nítida en partidas como el consumo, los servicios (mantenimientos, elementos de desgaste, costes de vehículo de sustitución, impuestos municipales) así como la usabilidad (ventajas que aporta la administración para su uso, parking, acceso a centro de las ciudades y peajes).

Mientras que partidas financieras debido a su alto coste de inversión (incluidas ayudas gubernamentales) así como el seguro, todavía deben ganar en mayor competitividad.

Pero ¿por qué un coche eléctrico es más barato de mantener que uno de combustión?

El mantenimiento de un motor eléctrico y de su transmisión es prácticamente inexistente. Con una inspección visual, a veces bastaría. Todo eso propicia un menor desgaste al tener su sistema de propulsión menos elementos mecánicos y un supone un mayor ahorro (en tiempo de reparación y económico). Lo explicamos…

La estimación es que, según diferentes fabricantes, el coste de mantenimiento de un coche eléctrico es un 30% menos que en un modelo de combustión del mismo segmento.

Uno de los principales motivos por los que los coches eléctricos son más económicos de mantener es porque resultan mucho más sencillos que los automóviles tradicionales.

Un automóvil convencional tiene alrededor de 30.000 piezas y un eléctrico, alrededor de un 60% menos. La mayor parte de este ahorro viene del motor, un sistema complejo en los coches de combustión, que es infinitamente más sencillo en un eléctrico.

Un motor eléctrico básicamente tiene un eje, rotor, bobinado, escobillas, cojinetes, estator y carcasa. Y solo tiene una parte móvil: el rotor.

Un motor gasolina o diesel (combustión interna), cuenta con una ingente cantidad de piezas, muchas de ellas móviles y, por lo tanto, sometidas al desgaste.

Este es el principal motivo por el que un coche eléctrico es menos susceptible de sufrir averías y también por el cual requiere menos mantenimiento: No tiene piezas móviles sometidas a desgaste; ni aceite, filtros, bujías, calentadores o correas que cambiar periódicamente.

Otra razón de ahorro es la transmisión. Y en este sentido, un coche eléctrico no cuenta con caja de cambios, ni con embrague. Dos elementos que se caracterizan por sus numerosas piezas internas y por su desgaste.

Otro elemento importante que también hay que tener en cuenta son los periféricos al motor.

Por ejemplo, un bloque de gasolina o diesel está rodeado de bombas, válvulas, actuadores, cajas, colectores, alternador, motor de arranque, sistemas de alimentación (con complejos sistemas de inyección y sobrealimentación) y escape (con sofisticados sistemas para reducir las emisiones).

 Y todo esto en un eléctrico, prácticamente, desaparece. Asimismo, la electrónica necesaria para gestionar un motor eléctrico también es muchísimo más sencilla.

La única parte de un coche eléctrico que es más compleja frente a uno de combustión es el sistema de refrigeración. Entre otras razones porque hay que mantener la temperatura óptima de la batería, la electrónica de potencia y el cargador. No obstante, su líquido de refrigeración se renueva igual que en un coche convencional: cada 175.000/180.000 km o 10 años.

Otro factor que redunda en menores costes de movilidad (TCM) de los coches eléctricos es que se desgastan menos los neumáticos. La principal razón es porque la forma de entregar el par es diferente en un eléctrico y esto hace que los neumáticos se castiguen menos.

Por el contrario, el elemento que más sufre en un coche eléctrico son los amortiguadores, principalmente por el mayor peso que tiene un vehículo de estas características con sus baterías.

En los frenos es donde existe una mayor diferencia entre un coche de combustión y uno eléctrico. Y esto se debe a que la frenada en el eléctrico, se utiliza para regenerar y recuperar la energía creada para detener el vehículo.

Así, basta con soltar el acelerador para que el sistema funcione y recargue la batería. Por ello, con muchos eléctricos se puede conducir prácticamente con un único pedal (el del acelerador) dejando el del freno solo para frenadas contundentes.

Esto hace que no haya que cambiar las pastillas de freno con menor frecuencia que un vehículo de combustión.

La batería es el elemento más costoso pero no contempla un mantenimiento programado específico. Para aumentar su durabilidad, las baterías, dependiendo de las especificaciones de cada fabricante, rebajan su capacidad útil como método de protección y fiabilidad.

Asimismo, las baterías cuentan habitualmente con garantías extendidas, lo que reduce los costes de reparación de estos elementos.

En cuanto a los consumos de combustible o electricidad para lograr la movilidad deseada,  en el eléctrico, el precio de la recarga supone la ventaja definitiva para la electrificación del automóvil.

Las tarifas para llenar la batería varían en función del tipo de cargador, el operador y la ubicación en suelo público o privado.

La autonomía es uno de los principales puntos flacos del coche eléctrico.Un depósito de gasolina nos costará unos 60 € para recorrer 700 kilómetros, mientras que con un eléctrico haremos 400 kilómetros pagando entre 15 y 40 € (según el operador y horario de la recarga).

Pese al incremento de las distancias, aún es difícil desplazarse de un sitio a otro sin tener que invertir mucho tiempo para recargar.

Las potencias influyen y también si son puntos de recarga públicos o privados. Así la carga lenta de 6-8 horas es para los cargadores de 3,7 kW, la rápida (4 horas) carga a 7,2 kW, otros cargan a 22 kW en tres horas, a 40 kW lo hacen en 90 minutos, mientras la semi-rápida lo hace a 50 kW en una hora y la super-rápida en 40 minutos a 100 kW y en 15 minutos a 250 kW. No obstante, si empleamos un cargador doméstico de 2,5 kW la espera para completar una carga puede llegar a las 20 horas.

Además de tener en cuenta la potencia de la batería hay que considerar el tipo de enchufe (chademo, CEE2P, Tipo 1, Schuko, CCS2 o Tesla), el operador que presta el servicio y si cargamos en un punto público o particular. Si decidimos colocar un cargador tipo Wallbox en casa nos costará unos mil euros, si bien algunas marcas de coches los ofrecen como promoción.

Luego debemos considerar a tarifa de nuestro operador de electricidad, así como la potencia que necesitamos. Hay varios tramos horarios y tipos de contrato que varían el precio, pasando de los 0,063 a los 0,110 € por kilowatio. Oscilando los precios según tarifario en el momento de la recarga.

Si cargamos en red pública, el precio por kilowatio/hora varía según el proveedor. Pero está en la horquilla entre 0,30 y 0,79€.

Se ha avanzado mucho con la autonomía de los eléctricos (gran caballo de batalla y principal escollo en la compra de estos coches), pero todavía es necesario vencer los “miedos” de los consumidores.

Miedos como la pre planificación del viaje en base a la disponibilidad de carga, infraestructura de recarga rápida insuficiente, “función pánico” del usuario cuando queda sólo el 20% de la batería pues no existe todavía un  servicio de cargadores de urgencia en caso de agotarse, etc.

Son las barreras más importantes que todavía quedan por subsanar pues el precio (coste total de movilidad) ya no lo es.

El sueño de viajar en coche eléctrico está hoy más cerca que nunca. Después de años con una oferta de vehículos que no podían ir mucho más allá del entorno urbano y periurbano, por fin hay modelos en el mercado con los que hacer viajes empieza a ser una realidad.

Mención aparte merece el innegable avance que ha supuesto la llegada del ciclo WLTP frente al optimista ciclo NEDC, que anunciaba coches eléctricos con 210 kilómetros de autonomía cuando apenas hacían 150-160 y otros con 400 kilómetros de autonomía cuando con suerte hacían 300 en condiciones favorables.

Ahora, las cifras de autonomía son muchos más fiables, aunque es importante tener claro que pueden variar en función de la temperatura exterior y a velocidades de autopista aumentan significativamente.

Viajar libremente y sin preocupaciones en coche eléctrico sigue siendo la gran asignatura pendiente para lograr la confianza plena de los consumidores en los vehículos eléctricos. Las autonomías actuales son mucho más que suficientes para cubrir las necesidades del día a día del grueso de la población, pero si lo que pretendemos es que el coche eléctrico se convierta en el primer (e incluso único) coche de los hogares, es necesaria una infraestructura de recarga rápida extensa y fiable que cubra las principales autopista y autovías del país. La cantidad de puntos de recarga rápida ha aumentado notablemente pero  la actual complejidad que los diferentes sistemas de carga (chademo, CCS2, etc) dificulta todavía más su ampliación.

Aunque comienza a ser una red de recarga bastante capilarizada, todavía flaquea. No es extraño encontrarse con problemas a la hora de recargar, y la mayoría de ubicaciones cuentan todavía con un solo punto de 50 kW de potencia. Pero es que además, si queremos viajar en coche eléctrico con garantías, la recarga rápida (alrededor de 50 kW) debe evolucionar hacia la recarga super-rápida (hasta 150 kW) y la ultra-rápida (hasta 350 kW), siempre contando con que la capacidad de los coches también lo hará. Además, cada ubicación debería contar con varias tomas para aumentar las disponibilidad y evitar colas.

Por si fuera poco, las trabas burocráticas que padece España no ayudan a que el despliegue de la red de carga sea todo lo rápido que debería. Aunque eso, a priori, debería solucionarse con el último Real Decreto publicado.

En definitiva, industria, instituciones públicas y la sociedad en general hemos pecado de optimistas con el coche eléctrico y el cercano horizonte 2020. Si miramos 10 años atrás, es innegable que hemos avanzado mucho. Sin embargo, siendo críticos, todavía queda mucho camino por recorrer. De lo que no hay duda es que el futuro de la automoción es eléctrico. ¿Será 2025 el año del coche eléctrico? ¿ó 2030?

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